lunes, 14 de diciembre de 2015

EN AQUEL INSTANTE... POR LYDIA PÉREZ MOLINA

En aquel instante, cuando pasaron por la puerta  principal, el embajador se quiso hacer el valiente para que sus hijas no sospecharan. Su familia estaba compuesta por sus dos hijas, Ana y Andrea, y su mujer Alba que era cantante y actriz. Calló la noche y en el cuarto de las niñas se empezó a abrir la puerta, que un segundo antes había estado cerrada. Las niñas se levantaron y se dieron la mano. De repente sintieron un cosquilleo en la nuca. Las dos se giraron.  Ana vio  que no se trataba del típico fantasma temible y aterrador,  si no de un apuesto caballero que parecía haber salido de una película de princesas. Andrea  le dijo a su hermana  que había intentado decírselo muchas veces,  pero que ella nunca la había escuchado.  En aquel mismo instante, Ana le dijo qué era aquello tan importante que tenía que decirle. Andrea no se ando con rodeos y le dijo:  - Veo a gente que no está viva. Ellos solo quieren que les ayudemos, no tienes que asustarte. El abuelo también los ve. Lo supe en cuanto le vi hablando con la abuela, que por cierto, dice que está genial ahí arriba y que nos quiere mucho.  Y ahora que te he contado esto,  quiero que sepas otra cosa;  mamá y papa están muertos y nosotras también, por eso  a papa no le dio miedo lo del fantasma. Su hermana le preguntó ¿y tú cómo lo sabes?  Entonces Andrea dijo - el que nos vendió la casa  nos mató, luego se inventó la historia de su tía y por eso el vendedor le miro con esa cara como si ya le conociera de algo… Los espíritus, son buenos.

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